05 agosto, 2009

Magiquito

Imagen representando a un ser mágico, habitante habitual de la cueva.
Calado en lamina de plata de o.75cm de espesor.

El descubrimiento de la Mar del Sur

Fragmento de Vasco Núñez de Balboa, descubridor de la Mar del Sur.
De Manuel Lucena Salmoral.
Capítulo III: La Mar del Sur.

El descubrimiento de la Mar del Sur
Narración del descubrimiento realizado por el conquistador español Vasco Núñez de Balboa de una gran masa de agua a la que llamó Mar del Sur, en 1513, tras cruzar el istmo de Panamá.
Se trataba del inmenso océano que Cristóbal Colón había presentido años atrás, y que sería rebautizado por el portugués Fernando de Magallanes con el nombre de Pacífico, por su aparente quietud, en 1520.

Era poco antes de las diez de la mañana de aquel 25 de septiembre de 1513 cuando los guías mostraron una cima a Balboa y le dijeron que desde allí vería la otra mar. El gobernador mandó detenerse a la hueste y subió solo hasta la cumbre, pues deseaba ser el primer español que divisara el nuevo océano. En unos minutos coronó la montaña y contempló en silencio la majestuosidad del mar. Fernández de Oviedo, que tuvo en sus manos el diario, hoy perdido, que hizo el escribano y registrador oficial de la expedición don Andrés de Valderrábanos, escribe:
«Y en martes veinte y cinco de aquel año de mil e quinientos y trece, a las diez horas del día, yendo el capitán Vasco Núñez en la delantera de todos los que llevaba por un monte raso arriba, vido desde encima de la cumbre dél la mar del Sur, antes que ninguno de los cristianos compañeros que allí iban».

Balboa gritó a sus compañeros que subieran y contemplaron extasiados la otra mar. Se hincó de rodillas para dar gracias a Dios y tomó posesión de dicho mar en nombre de los Reyes de Castilla: Cortó las ramas de los árboles con la espada, amontonó piedras y grabó sobre los troncos cruces y los nombres del rey Fernando y de la reina doña Juana.
Los indios miraban asombrados todo aquello sin comprender la causa de tanto júbilo ni el porqué de tanta ceremonia. Balboa mandó venir al escribano y le pidió que anotara uno por uno los nombres de todos los castellanos que habían estado presentes en tan solemne momento. Valderrábanos escribió sesenta y siete nombres. El primero de ellos era «el señor Vasco Núñez, y él fue el que primero de todos vido aquella mar e la enseñó a los infrascriptos». Le sigue luego, por respeto, el del clérigo Andrés de Vera. El tercer nombre de la lista es el del eterno teniente del Darién, don Francisco Pizarro, el hombre que en aquella mar descubriría el fabuloso Perú.
Balboa y sus hombres llegaron a orillas del mar, a un ancón de lo que en el futuro se llamaría el golfo de San Miguel, hacia las dos de la tarde. El gobernador quedó consternado porque la marea había bajado mucho y no se veía más que un fangal enorme, totalmente inadecuado para una toma de posesión. Había calculado mal la marea, pues el Atlántico no tenía la oscilación del Pacífico. En vista de la situación se sentó a esperar con sus compañeros hasta que la mar subiera. Fernández de Oviedo extractó del diario de Valderrábano esta frase: «Llegó a la ribera a la hora de vísperas y el agua era menguante. Y sentáronse él y los que con él fueron, y estuvieron esperando que el agua cresciese, porque de bajamar había mucha lama e mala entrada; y estando así cresció la mar, a vista de todos, mucho y con gran ímpetu».
El capitán se puso entonces su coraza y el yelmo, tomó el estandarte en la mano derecha y con la espada desnuda en la izquierda se fue adentrando unos pasos en la mar, hasta que el agua le llegó a las rodillas. Empezó a pasear de un lado para otro mientras recitaba la acostumbrada y larguísima pieza retórica, cuyo comienzo era: «Vivan los muy altos e muy poderosos Reyes don Fernando e doña Juana, Reyes de Castilla e de León, e de Aragón, etc., en cuyo nombre e por la corona real de Castilla, tomo e aprehendo la posesión real e corporal e actualmente destas mares e tierras, e costas, e puertos, e islas australes...».
A continuación los testigos probaron el agua del mar y dijeron que era salada, como la de la otra mar. Finalmente Balboa dio unos sablazos a las aguas y salió a la playa donde hizo con su puñal tres cruces en tres árboles, en nombre de la Santísima Trinidad. Los otros españoles le secundaron en esto de hacer cruces y cortar ramas. Todo se hizo como estaba mandado, aunque nadie sabía por qué se hacía así, y los Reyes de Castilla quedaron tan dueños del mar y de la tierra que le circundaba como los sátrapas de la antigüedad de sus tierras y ríos.
Al caer la tarde abandonaron la playa y regresaron a la aldea de Chape en una comitiva deslucida.
Fuente: Lucena Salmoral, Manuel. Vasco Núñez de Balboa, descubridor de la Mar del Sur. Madrid: Biblioteca Iberoamericana, Ediciones Anaya, S.A., 1988.

Destrucción de las Indias

Fray Bartolomé de Las Casas expone un la introducción general a su Brevísima relación de la destrucción de las Indias algunos de los motivos que le impulsan a la redacción de su obra, testimonio y denuncia de cómo la llegada de los conquistadores puso fin a la pacífica vida de los pueblos indígenas, contribuyendo así a reforzar el concepto de la leyenda negra española.

Fragmento de "Brevísima relación de la destruición de las Indias"
De Bartolomé de las Casas.

(...) De la gran tierra firme somos ciertos que nuestros españoles, por sus crueldades y nefandas obras, han despoblado y asolado y que están hoy desiertas, estando llenos de hombres racionales, más de diez reinos mayores que toda España, aunque entre Aragón y Portugal en ellos, y más tierra que hay de Sevilla a Jerusalén dos veces, que son más de dos mil leguas.
Daremos por cuenta muy cierta y verdadera que son muertas en los dichos cuarenta años por las dichas tiranías e infernales obras de los cristianos, injusta y tiránicamente, más de doce cuentos de ánimas, hombres y mujeres y niños; y en verdad que creo, sin pensar engañarme, que son más de quince cuentos.a causa por que han muerto y destruido tantas y tales e tan infinito número de ánimas los cristianos ha sido solamente por tener por su fin último el oro y henchirse de riquezas en muy breves días e subir a estados muy altos e sin proporción de sus personas; conviene a saber, por la insaciable codicia e ambición que han tenido, que ha sido mayor que en el mundo ser pudo por ser aquellas tierras tan felices e tan ricas e las gentes tan humildes tan pacientes y tan fáciles a subjectarlas.
A las cuales no han tenido más respecto ni dellas han hecho más cuenta ni estima (hablo con verdad por lo que sé y he visto todo el dicho tiempo), no digo que de bestias (porque pluguiera a Dios que como bestias las hubieran tractado y estimado) pero como y menos que estiércol de las plazas. Y así han curado de sus vidas e de sus ánimas, e por esto todos los números e cuentos dichos han muerto sin fe e sin sacramentos.
Y ésta es una muy notoria e averiguada verdad que todos, aunque sean los tiranos e matadores, la saben e la confiesan: que nunca los indios de todas las Indias hicieron mal alguno a cristianos, antes los tuvieron por venidos del cielo, hasta que, primero, muchas veces hobieron recebido ellos o sus vecinos muchos males, robos, muertes, violencias y vejaciones dellos mesmos.
Fuente: Casas, Bartolomé de las. Brevísima relación de la destruición de las Indias. Edición de Isacio Pérez Fernández. Madrid: Editorial Tecnos, 1992.

La importancia de la agricultura en Mesoamérica durante el periodo comprendido entre el 300 a.C. y el 150 d.C.

Un mundo de granjeros
Para entender el auténtico significado de las civilizaciones agrícolas que dominaron Mesoamérica, debemos entender primero qué tipo de campesinos las formaban, y cuáles eran sus cultivos principales. Pero ¿cómo podemos saber lo que cultivaban estos pueblos en épocas antiguas? Aunque las plantas han desaparecido hace mucho tiempo, los arqueólogos pueden detectar sus restos mediante varios métodos. Excavando zonas donde la gente vivía y cultivaba, los arqueólogos encuentran restos carbonizados de sus cosechas. Además, los análisis microscópicos de muestras de tierra tomadas de las excavaciones, pueden detectar el polen generado por especies concretas de plantas. En suma, algunas plantas producen minúsculos objetos minerales llamados fitolitos en el lugar donde crecieron. Estos minerales permanecen en la tierra donde pueden ser detectados más tarde. Con estos indicios, surge un "menú" común de los principales alimentos de la región.
Los mesoamericanos eran campesinos notables. Las plantas que cultivaban incluían no sólo las de uso corriente como el maíz, los frijoles, y la calabaza, sin también una amplia gama de otras verduras y frutas populares, como los tomates, los aguacates y la piña. Producían también una serie de plantas comestibles menos familiares, como el amaranto, una de las plantas favoritas de los aztecas y el mamey, un árbol frutal tropical. También cultivaban chiles, que es uno de los condimentos más ampliamente utilizado en todo el mundo hoy en día y una fuerte muy valiosa de vitaminas.
Al igual que existía un menú común de comidas favoritas, también había un mercado común mesoamericano para los productos agrícolas comercializables. El algodón era un importante cultivo y se intercambiaba en toda la región en forma de ropa tejida y bordada. Semillas de cacao, utilizadas para hacer chocolate, eran domesticadas en los bosques de las tierras bajas y en las márgenes de los ríos en la península de Yucatán. El chocolate tenía tal demanda en todo el periodo, que la semilla del cacao constituía una moneda de cambio. Otros cultivos especializados, como el maguey, un cacto utilizado para hacer un tipo de cerveza, también eran objeto de comercio.
En resumen, los mesoamericanos comercializaban los cultivos para intercambiar por productos no agrícolas tales como la obsidiana volcánico y las piedras preciosas verdes, utilizadas en decoración, joyería y como numerario.

David A. Freidel, profesor de Antropología en la Universidad Metodista del Sur, en Dallas.
Su principal obra, de la que fue coautor, es Maya Cosmos, Three Thousand Years on the Shaman’s Path.

Trio de deidades con su arsenal


Deidad Antropófaga

Deidad Antropófaga
Esta deidad tiene una carga energetica fuerte, está armada con garfios en sus extremidades, y elementos metálicos para el castigo de sus víctimas. Su constitución es de cera por lo que sus habitos son nocturnos.

Actividades guerreras precolombinas

Algunas actividades y creencias de los Indígenas Americanos

Actividades guerreras
Al margen de la exagerada afirmación europea acerca de la extremada belicosidad de los indígenas americanos, es cierto que antes de la invasión europea ya se habían producido numerosas guerras entre los diferentes pueblos. La mayoría de los indígenas peleaban en pequeños grupos, cifrando su victoria en el efecto sorpresa. Las grandes civilizaciones de México y Perú a veces practicaban el ataque por sorpresa, pero sus ejércitos también luchaban en formación disciplinada. Los aztecas libraron auténticas batallas, denominadas ‘guerras de las flores’, con los pueblos vecinos; su objetivo consistía en buscar prisioneros para después sacrificarlos a sus dioses (los aztecas creían que el Sol se apagaba si no se le alimentaba con sangre humana). Otros pueblos indígenas realizaban incursiones para capturar prisioneros que utilizaban como esclavos. Algunas batallas fueron producto de la venganza. Al parecer, la causa más frecuente de enfrentamiento era la defensa o conquista de territorios.

Antes de la colonización española, la guerra se desarrollaba a pie o desde las canoas. Tanto en las grandes civilizaciones de México y Perú, como en otras sociedades indígenas menores, se practicaba el combate cuerpo a cuerpo con mazas, hachas y espadas, así como el combate a media distancia con jabalinas y flechas arrojadas con arcos (llamados atlatls en náhuatl). El arco y las flechas se utilizaban en los ataques, y los dardos de fuego se lanzaban contra los poblados de chozas. Cuando los españoles introdujeron el caballo, los indígenas desarrollaron la técnica del ataque a caballo.
Biblioteca de Consulta Microsoft® Encarta® 2003.

Chamanismo

Algunas actividades y creencias de los Indígenas Americanos

La mayoría de los grupos indígenas creía en una fuerza espiritual como origen de toda la vida. En muchas áreas del continente americano, la fuerza divina se plasmaba de diversas formas: como luz y fuerza de vida, centrada en el Sol; como fertilidad y poder, ubicada en la Tierra; como sabiduría y poder de los dirigentes terrenales, reflejada en ciertas criaturas como el jaguar, el oso o las serpientes. En la mayor parte de América, los devotos religiosos potenciaban sus facultades de percepción de la divinidad utilizando a veces plantas alucinógenas, como el peyote, o en ocasiones ayunando y entonando canciones hasta alcanzar visiones espirituales.

Los indígenas americanos creían que el alma de los difuntos viajaba a otra parte del Universo, donde disfrutaba de una existencia placentera mientras que desarrollaba las actividades cotidianas. El alma de las personas desdichadas o perversas vagaba por los alrededores de sus antiguas viviendas, provocando desgracias. Muchos pueblos indígenas celebraban una ceremonia conmemorativa anual en recuerdo de sus parientes difuntos; en Latinoamérica esta celebración se fusionó más tarde con la festividad cristiana del Día de los Difuntos.
Existen referencias de estos rituales en la Mitología azteca, Mitología maya así como en la Mitología inca.

El Chamanismo
Los pueblos americanos eran profundamente religiosos, y los sacerdotes y chamanes ocupaban un lugar importante en la sociedad, ellos realizaban diversas curaciones a los miembros de su comunidad. Las creencias y prácticas religiosas de los indígenas americanos eran muy variadas. Los pueblos mexicanos y andinos, los del suroeste, sureste y algunos grupos de la costa del Pacífico de Norteamérica disponían de jefes religiosos que ocupaban todo su tiempo en las tareas propias de su cargo, así como de templos o edificios dedicados a la adoración de sus respectivos dioses. Los pueblos de otras regiones tenían sacerdotes que desempeñaban esta actividad durante parte de su tiempo y por lo general carecían de templos permanentes. Los sacerdotes de medio tiempo y los chamanes o curanderos aprendían a dirigir las ceremonias ayudando a los más ancianos; en las culturas más importantes, los sacerdotes recibían su formación en escuelas anexas a los templos.
Biblioteca de Consulta Microsoft® Encarta® 2003.

Festividades tradicionales en honor a La Cruz de Mayo.


En la revista electrónica VOLVERÉ a cargo de su director el Antropólogo. Efraín Cáceres Chalco en su edición Mayo 2007 en el Cuzco, vemos que manifiesta que la aparición de dicha publicación a mas de 500 años del descubrimiento de America por parte de los Españoles se da por una parte porque se pretende reflejar dos momentos de lucha histórica que vienen librando los pueblos indígenas de América por su emancipación. También a manera de testimoniar la memoria y el mensaje de uno de los más destacados mártires de la resistencia indígena ante el yugo español, Tupak Katari, quien pronunciara antes de ser descuartizado por la fuerza de los caballos: "Podrán matarme... Volveré y seremos millones". Aunado a ello, es notorio el regreso de los andinos en la recuperación de los espacios económicos, políticos, sociales, religiosos y de interrelación que fueron arrebatados por la dominación extranjera, de manera que las nuevas generaciones de población indígenas están empezando a reconquistar los derechos de los pueblos indígenas, al igual que otras etnias marginadas del mundo.          
En el documento emitido por el Antropólogo Efraín Cáceres Chalco (2007) él manifiesta que en el mes de mayo, en los andes, se desarrolla “las fiestas de las cruces”. Esta fiesta en los andes reviste gran relevancia e importancia en el calendario y el panteón indígena andino. La cruz, representa un objeto sagrado que preside múltiples manifestaciones religiosas, culturales dentro de la población indígena andina.         

De acuerdo con las opiniones de José Luís Gonzáles (“El Huanca y la Cruz: Creatividad y Autonomía en la Religión Popular”, Lima: Tarea – IDEA. 1989), La cruz actual adquiere el carácter de símbolo panandino en virtud de un complicado proceso de interrelación y reinterpretación. Este proceso da como resultado que se trasfirieran a la cruz cristiana muchos de los significados y funciones de las deidades indígenas andinas prehispánicas como por ejemplo del Huanca, divinidad indígena andina que tiene que ver con la interrelación de la Pachamama y sus chacras. El indígena andino es quien da más reverencia a la cruz en sus actividades festivas y rituales de todo tipo: “Con la Cruz nacemos y con la Cruz morimos”, este testimonio aymara circunlacustre del altiplano puneño, ilustra el carácter y la importancia de la Cruz para los runas indígenas andinos. (Gonzáles: 1989: 51).       

En Cusco como región, se desarrolla la festividad de la “Cruz vilakuy” [velar las cruces], consiste adorar las cruces durante toda la noche del 2 de mayo hasta el amanecer del 3 de mayo en todos los ambientes: desde los familiares, hasta los locales e institucionales.

A su vez señala Severo Loayza Huamán que es fundamental primero comprender la base económica en la que se desarrollan las comunidades para entender la dimensión cultural ya que esta interrelación se refleja en diversos ámbitos de su quehacer llegando incluso a influir en la violencia. Severo platea que los rituales, que marcan diferencias en cada acto ceremonial son expresiones de la identidad andina, que resulta después del encuentro de dos culturas; una cultura, dominante imperativa desde la conquista y, otra avasallada sojuzgada, pero que ha ido recreándose e incorporando elementos nuevos convirtiendo en elementos que simbolizan la persistencia de una identidad étnica enraizada en la zona alto andina – de la región de Ayacucho – que identifican incluso la territorialidad.

Félix Auqui Baygorrea señala así mismo que entre las tribus indígenas de los andes “existen deidades como la Pachamama, Apus y Amarus, como formas simbólicas de representar su forma de producción agrícola y crianza de animales”.
Es su manera de exteriorizar su amor y respeto hacia la Madre Tierra.
Revisado en revista electrónica VOLVERÉ Instituto IECTA, Violencia en los andes. Cusco, mayo 2007, Antropólogo. Efraín Cáceres Chalco Director. Revisado el 27–7–2009.

En base a esta revisión considero preciso acotar que actualmente vivo en la Isla de Margarita (terruño de mis ancestros), en el pueblo de San Juan Bautista, este Valle tiene historia desde 1529, es pintoresco de clima muy agradable y con un casco histórico en donde aún existen calles angostas por donde pasa un solo carro. Casi todos sus habitantes tienen algún parentesco llegando a constituirse en una gran familia. Menciono esto porque en base a lo referido anteriormente acerca de las fiestas tradicionales puedo dar testimonio que aún hoy en día en este y otros pueblos de la Isla se celebran las festividades de Velorio de Cruz de Mayo, lo hacemos con gran fervor y conservando una tradición que obviamente la hemos heredado desde nuestros antepasados indígenas. Acá todos nos preparamos durante días para tan esperada celebración, las casas se pintan cada año, las calles se adornan con flores y existe una ermita en donde se conserva una antigua cruz de madera. Desde la noche del 2 de Mayo hasta el 4 de Mayo se celebran eventos y competencias de cantos tradicionales – Galerones – se declaman poesías; en general una larga fiesta con juegos de envite y azar, comidas y bebidas en la plaza local, cohetes y hasta retretas donde un grupo de músicos recorre las calles del pueblo a las 6 de la mañana y a las 6 de la tarde, todos los días de la semana. En este pueblo conservamos muchas tradiciones, también celebramos las festividades de San Juan Bautista, con mayor pomposidad e involucrando juegos de magia y predicciones. Se mantienen algunos oficios tales como la orfebrería. De la palma datilera además de ser hermosa se extraen sus frutos, los dátiles y con el cogollo después de un laborioso proceso se elabora una crineja tejida con la que se hacen sombreros, bolsos y otras artesanías. Otro producto autóctono y exclusivo es el tradicional dulce de piñonate que se elabora – desde tiempo de la colonia – en grandes pailas y se envuelve en corteza o cachipo de plátano, su receta se conserva invariable hasta hoy, se hace con lechosa verde y algunas semillas (piñones, de ahí su nombre) concha de naranja, algo de pina y papelón. Este dulce tiene su origen en el piñonate español con el que guarda cierta similitud. Toda esta experiencia me hace darme cuenta que las tradiciones siguen vivas y que los pueblos que las conservan son aquellos en donde sus habitantes se mantienen unidos y llegan a conformar un clan, una sola familia, por eso es importante revisar nuestra historia y seguirla contando para que las generaciones que nos siguen decidan por si mismas que desean tomar y que desean cambiar, pero con pleno conocimiento de su pasado y conscientes de nuestras raíces.