En Venezuela, en la ciudad de Cagua, en el estado Aragua, conseguimos el Cerro El Empalao; se dice que fue llamado así debido a que en la época de la conquista, los españoles empalaban a los indígenas Meregotos; holocaustos que hacían en la punta del cerro para atemorizar al resto de la población, según testimonio de los pobladores de Cagua, estado Aragua.
Igualmente en la Sierra de Coro, estado
Falcón, compartida con el estado Zulia, encontramos la Serranía de Siruma,
conocida como El Empalado, lleva este nombre por la misma causa.
En la historia de Venezuela hallamos
algunas referencias de hechos relacionados con el empalamiento como
forma de amedrentamiento, llegando éste a ser uno de los peores castigos
sufridos la población aborigen a manos de los conquistadores españoles, luego
de su llegada al nuevo continente; lo aplicaban con la finalidad de reducirlos
y sembrar en ellos el terror, aspirando escarmentaran y les obedecieran.
Parés y González (1995) en una
excelente compilación reseña datos tomados de fuentes consideradas por ella “de
difícil acceso”, referencia bastante amplia sobre el problema de las
luchas de los Karibe, Tupí y Guaraní (KA-TU-GUA) durante los siglos XV al
XVIII. En su obra Huellas KA-TU-GUA: Cronología de la resistencia
KA-TU-GUA: S. XVI, Parés cita
a Antonio Caulin (1987), quien menciona:
Siendo el año de 1585, en lo que hoy es la ciudad de Cumaná, el
capitán Magallanes llegó de España con 40 hombres, y al gobernador le pareció
que debía enviarlo a contener el tumultuoso laberinto de los indios. Llamó al
capitán Marcos de Campos y le encomendó salir a la conquista de los indios y a
formar pueblos. Caulin (1987).
“Campos ofreció paz, atravesó la sierra
entre el mar y los llanos hasta llegar a Mataruco donde fundó
un lugar con 40 soldados, a corta distancia del sitio en que está hoy el del
Apóstol San Pablo de indios palenques Caracares”
Además señala el autor como fue empalado el cacique Cumanagoto para
que sirviera de escarmiento a los demás indígenas.
Y después de una larga refriega cogieron a uno de los indios (…) Cumanagoto, a quien con el silencio de la
noche empalaron y desampararon, dejándolo por trofeo de sus
victorias al miserable hijo, estacándolo con horror de
cuantos le miraban. (Caulin, 1987; (pp. 93 - 94).
Continúa Caulin señalando que en 1587, dos
años después, habiendo concurrido Marcos de Campos en casa de un cacique
llamado Caripe, allí se hallaba un indio palenque, hermano del
que empalaron en Mataruco. "Los
excitó de tal suerte a la venganza del agravio, que mancomunados los indios en
casa de Caripe dieron al Capitán Campos una lastimosa muerte". (Caulin, 1987; (pp. 93 - 94).
Otro episodio cuenta las atrocidades
cometidas por Ocampo en las costas de Maracapana, estado Sucre.
A fin de escandalizar a los indígenas a quienes quería someter,
Ocampo castigó al cacique Gil González con la muerte por lo que una vez
desaparecido el jefe de la comarca, Ocampo tenía campo libre para ejercer su
venganza. Ahorcó a varios de sus prisioneros y los colgó de los mástiles de su
barco para que fuesen más visibles desde la costa; desembarcó en la Costa de
Maracapana (lo que hoy es desde Guanta a Cumaná),
y mientras enviaba a buscar sus carabelas a Cubagua, se entregó a
las más horribles crueldades.
(J.
Humbert, 1976; p. 175).
Continúa refiriendo Humbert que algunos indígenas resultaron degollados,
ahorcados y otros empalados.
“Unos habitantes fueron degollados, otros
ahorcados, otros empalados, la mayoría hechos
prisioneros y Ocampo los envió en las carabelas a la Española para que allí
sean vendidos para cubrir de esta manera los gastos de su expedición”. (J.
Humbert, 1976; p. 175).
Cruel escena de aborígenes bárbaramente traspasados por estacas colocadas en tierra.
Grabado de Theodore de Bry. Frankfurt (1631).
“Todos los indios implicados en la destrucción del establecimiento de Toledo fueron apresados; unos fueron empalados, otros ahorcados, y allí estaba uno de los más feroces jefes, el famoso Orteguilla, vestido con el hábito de Fray” (J. Humbert, 1976; p. 175).
“Todos los indios implicados en la destrucción del establecimiento de Toledo fueron apresados; unos fueron empalados, otros ahorcados, y allí estaba uno de los más feroces jefes, el famoso Orteguilla, vestido con el hábito de Fray” (J. Humbert, 1976; p. 175).
Masacre de misioneros Cristianos cerca de Cumaná, Venezuela.
Grabado de Theodore de Bry. Frankfurt (1631).