La época colonial fue el inició de la persecución e intento por destruir todas las deidades amerindias y africanas.http://cefbilbao.cl/wp/?p=527
Publicado: 6 Diciembre 2009
Los dioses, visionarios y sabios ancestrales, fueron totalmente demonizados. Las crónicas y especialmente los procesos de extirpación de idolatrías, muestran como se erigieron los distintos sistemas de control social. Desde la construcción del pánico, producto de las ejecuciones más inhumanas hasta la elaboración simbólica del pecado para acelerar los mecanismos de aniquilamiento étnico, que ya había empezado con las grandes mortalidades producidas por las pestes , las guerras contra los invasores y el trabajo en las minas entre los siglos XV y XVI.
Los dioses, a los cuales el catecismo había colocado en el index de lo diabólico, pasaron a la clandestinidad y empezaron a manifestarse de manera subliminal en los pintores de estirpe indígena, como se ve en la Escuela Cusqueña. Incluso , en el caso, de las deidades africanas, estas se reprodujeron al interior del santoral católico, como es el caso de Shangó o de grandes Orixas Americanos, que ingresaron al olimpo de esta religión, entre los que podemos citar a San Martín de Porres, nuestro querido santito proletario.
Con el ciclo de rebeliones indígenas del siglo XVIII, las grandes deidades amerindias y africanas salen de los subterráneos de la libertad. La revolución de Tupac Amaru remeció toda la América Andina , pero también abrió las puertas para la expresión real de las deidades, y del canto, el teatro, la poesía y danza.
Porque, la religiosidad amerindia, integraba estas grandes expresiones de la grandeza espiritual del hombre.
Derrotados los movimientos libertarios indígenas y creados los estados nacionales, por los descendientes de los españoles. Las aristocracias coloniales, mediante una estrecha alianza con el imperio británico, derrotarían los proyectos para la construcción de la Gran Patria Latinoamericana , que tuvieron en Bolívar, Artigas y el Doctor Rodríguez de Francia, sus principales representantes, mediante la traición y las guerras, los que les posibilitó construir su propio estado colonial. Esta aristocracia, posteriormente se convirtió en oligarquía y tuvo como uno de sus grandes propósitos, (y sigue siendo) la “desindianización y blanqueamiento del continente”.
Para lograr tal designio, se trajo inmigrantes europeos, se inició un nuevo ciclo de guerra contra los pueblos amerindios, con el fin de consolidar el estado-nación y apoderarse de las tierras de los pueblos originarios. Pero el ciclo de guerra estuvo tambiém articulado, tal como lo hicieron sus abuelos, a la penetración de modernos doctrineros. El Instituto Lingüístico de Verano y la derecha evangélica norteamericana, llegarían a disputarle a la Iglesia Católica , el control de las almas, y los territoriso, especialmente el de los indígenas.
Casi todo el siglo que pasó fue una ofensiva feroz contra nuestros pueblos, deidades y héroes culturales, a los que se volvió a tildar,como hijos del demonio.
A partir de la antropología colonial se establecieron una serie de conceptos e imágenes disgregadoras, como aculturados, mestizaje cultural, sincretismo, anómicos. A los sabios y visionarios, se les llamó shamanes. Esta es la razón, por la cual para volver a preservar la sabiduría ancestral, se retornó a gran parte de la memoria colectiva a las catacumbas, con el fin de impedir el saqueo que realizaban programas antropológicos, y de investigación y aplicación lingüística, que estaban financiados por el pentágono, vía el llamado “Plan Camelot”, que administraban universidades, como la de Cornell
Hay que recordar que muchas de las lenguas amerindias fueron empleadas por las fuerzas armadas imperiales, para enviar mensajes codificados, tanto en la invasión que realizaron a Corea, así como la que efectuaron en Vietnam y gran parte del sudeste asiático.
Debemos, a los grandes maestros de la cultura y la historia, como José Carlos Mariátegui, José María Arguedas, Darcy Ribeiro, Theotonio dos Santos, Celso Lara y Alfredo Torero, entre otros, el poder comprender los fundamentos de la construcción del estado oligárquico, en los campos de la economía, la política y la elaboración simbólica y con ello desenmascarar a una antropología sustentada en teorías neopositivistas, e instrumento y objeto del poder colonial, en sus intentos por destruir tanto las culturas e ideologías afroamerindias, con la finalidad de apoderarse de sus territorios y convertirlos en parias sociales, para así aniquilarlos, cultural y biológicamente.
Hoy Quetzalcoatl, los Apus y Shangó han vuelto, dando un nuevo brillo a la Revolución Americana.
Por Manuel Mosquera Mugarra periodista de Cronistas contra las actitudes del Imperio