25 octubre, 2010

Artesanías con hueso del escultor JUAN MIGUEL CABOT

http://juanmiguelcabot.blogspot.com




En la imagen se representa la evolución en la técnica de la fabricación de azagayas ( puntas de venablos ). A la izquierda, la de base hendida, de sección triangular o cilíndrica, corresponde a la mas antigua, le siguen, algo mas modernas las bicónicas , las barbadas y finalmente las perforadas para incrustar microlitos o cuchillas de hueso.Tamaños: la mayor 19 ' 6 cm. , la menor en el centro 10 cm.
COMENTARIO: Los objetos punzantes de hueso, que puedan suponer un peligro por un mal uso que de ellos se pudieran hacer, solo se realizaran por encargo para museos, centros de interpretación o educativos.

Catalogados como arpones, estas piezas de hueso utilizadas por el hombre al final del Paleolítico, parece ser que no se empleaban como puntas de arma arrojadiza, sino mas bien como cabezas de pica , pero de muy dudosa eficacia. Otra posibilidad seria que fueran utilizados como anzuelos para la pesca añadiéndoles un trozo de carnada y atandolo como se muestra en la imagen, así pueden ser ingeridos por peces y al tirar del cordaje la pieza tiende a atravesarse produciendo agarre con los dientes en el interior del tubo digestivo del pez.
Tamaño de las réplicas : >6 cm <4'5>


EMPALAMIENTOS. Muestra de la obra en el espacio del taller - materiales ...

24 octubre, 2010

Arte con huesos / Francois Robert

http://www.dsgnr.cl/2010/05/detener-la-violencia-arte-con-huesos-robert-francois/



Esta increíble Obra de Arte echa de hueso por Francois Robert muestra la iconografía de armas y la religión, las herramientas utilizadas en la guerra y los temas comunes que dividen a los enemigos. Robert creo esta obra de arte de  huesos, titulado “Detener la violencia”, utiliza los huesos humanos para recrear las pistolas, granadas, cuchillos y tanques, así como los símbolos de las religiones occidentales. Las imágenes son impresionantes, el hueso blanco sobre un fondo negro con un detalle sorprendente. Las costillas, manos, hombros y las vértebras se alinean para crear unas imágenes que son inequívocamente familiar.

20 octubre, 2010

Población Indígena / Historia




Los indígenas que actualmente habitan Venezuela son descendientes de aquellos primeros pobladores que llegaron a nuestro territorio hace miles de años provenientes de diferentes puntos de la tierra, principalmente de Asia. Aunque somos muy parecidos unos a otros, hay diferentes maneras de ser indígena.
Por ejemplo los Yekuana y los Warao son reconocidos como excelentes navegantes y constructores de curiaras, pero habitan en lugares distantes y sus idiomas y algunas de sus costumbres son diferentes. Los Yekuana viven en la selva del Amazonas y la Guayana venezolana donde abundan los tepuyes y nacen muchos de los ríos tributarios del Orinoco. Construyen unas hermosas y grandes casas circulares de techos cónicos llamadas churuatas.
Los Warao por su parte, habitan en el Delta del Orinoco desde hace miles de años. Allí, sobre las aguas de los muchos caños que conforman el delta, levantan sus casas encima de una estructura de pilotes. Estas casas, muy parecidas a las que construyen los Añu o paraujanos en la Laguna de Sinamaica (Estado Zulia), son las que conocemos como palafitos.
Pero para todos los pueblos indígenas, así como para el resto de los venezolanos y muchas otras sociedades, el bienestar de la familia y la educación de niños y jóvenes, es lo más importante.
De acuerdo al Censo Indígena realizado en 1992, la población indígena de Venezuela sobrepasaba las trescientas mil (300.000) personas pero algunos consideran que en realidad son más de quinientos mil (500.000) indígenas, divididos entre unas veinticinco etnias. Cuando hablamos de una etnia, un pueblo o una comunidad indígena, nos referimos a un grupo humano que posee su propio idioma, creencias y costumbres y cuyos miembros se reconocen entre sí como parientes o descendientes de un origen común.
Es importante señalar que la mayoría de nuestros pueblos y comunidades se localizan en las fronteras, en las zonas limítrofes con Brasil, Colombia y Guyana.

La Diversidad de los Pueblos Indígenas
Es difícil saber a ciencia cierta el número exacto de pueblos indígenas términos utilizados como sinónimos para el Censo Indígena que existen en el país o en cualquier otro país con poblaciones análogas. Después de largos cotejos y un complejo proceso de toma de decisiones, el Censo Indígena optó por incluir el total de 28 pueblos indígenas, pero ello no debe tomarse como verdad definitiva y absoluta sino como una buena aproximación práctica que permite la operatividad necesaria en un campo de actividades donde ocupa un lugar muy destacado el criterio demográfico, además del antropológico y lingüístico. De este modo es factible que para otros censos se llegue a trabajar con un número mayor o menor de etnias, aun en el caso de que la situación indígena global que prevalece en el país no sufra mayores alteraciones.
En efecto, sin necesidad de agregar o quitar poblaciones reales, basta con cambiar uno o varios criterios clasificatorios para que salga un número distinto de denominaciones étnicas. Como en cualquier hecho de alguna complejidad, los criterios son variados y en alguna medida divergentes y hasta contradictorios: autoidentificación de las personas, identificación a partir de las poblaciones vecinas o alógenas, identificaciones hechas por especialistas y conocedores, autodenominaciones y heterodenominaciones, cultura global distintiva, alguna característica colectiva particularmente destacada; pero predomina por encima de todo la llamada Identificación lingüística, es decir, el idioma o a veces la variedad idiomática empleada por determinado grupo humano, en tanto diferente o contrastante respecto de las hablas vecinas.
No resulta difícil la escogencia inicial -a-veces casi intuitiva- de la lengua como criterio fundamental de clasificación étnica. Salvo situaciones límites, es fácil establecer cortes discretos entre sistemas lingüísticos inclusive afines. De este modo, se dice que en tal comunidad la gente habla yaruro, en la otra guajibo y en la de más allá español o cualquier otro idioma. En términos contrastivos tan simples cualquier equivocación resulta imposible. Además no parece haber rasgo alguno que sea tan fácil de precisar como un hablar característico.
Sin embargo cuando se desciende a la realidad concreta surgen complicaciones que dificultan significativamente el trabajo clasificatorio, aun utilizando un criterio aparentemente tan unívoco y transparente como lo es el lenguaje. Cuando se trata de hablas muy disímiles como el yukpa y el barí, por ejemplo, no tiene que surgir ninguna duda razonable; pero en el caso de variantes dialectales de una lengua no se da una fundamentación segura para la separación de identidades étnicas, a menos que se utilicen criterios distintos de lo lingüístico. Un caso típico es el de los guajibos y los kuivas, que han sido agrupados bajo el mismo rubro de "guajibos", más exactamente como diferentes subgrupos de guajibos, por este Censo; mientras que en otros trabajos de diversa índole los kuivas aparecen; como una población indígena particular. Es cierto que hay una ínter comprensión mutua entre unos y otros, tal vez en el mismo grado que la existente entre hablantes del español y del italiano, es decir, probablemente menos que entre el español y el portugués. En todo caso, nadie diría que las dos poblaciones poseen un lenguaje idéntico. Al mismo tiempo, las discrepancias culturales son bastante obvias, si bien la autodenominación puede coincidir hasta cierto punto, por utilizar ambos grupos el término "jiwi" (gente). Este solo ejemplo ayuda a demostrar lo delicado que es establecer límites dentro de un continuo, como es el caso de los grandes diasistemas lingüísticos que sólo cambian gradualmente, de comunidad en comunidad o de región en región. Por ello no debería extrañamos que más adelante los guajibos y los kuivas figuren en rubros censales separados, o que se hagan otros acomodos de esta naturaleza, bien sea uniendo lo que estaba separado o viceversa.
La opinión pública no especializada desconoce hasta qué punto las lenguas indígenas son o pueden ser diferentes entre sí, aun habiendo idiomas muy parecidos por el hecho de pertenecer a una misma familia lingüística. Muchos incluso se sorprenden al informárseles que la diferencia puede ser equiparable a la que se da entre el español y el chino o entre el español y cualquier otro idioma amerindio. Desde los albores del contacto, ha habido la preocupación de agrupar y clasificar las lenguas nativas de América, y hoy día se ha llegado a un refinamiento que es imposible reflejar en una breve reseña. 
Dejando de lado clasificaciones más atrevidas, entre las lenguas indígenas de Venezuela están representadas las siguientes familias lingüísticas bien establecidas:
-. Arawak (baniva, baré, kurrpako, wayuu, añó, piapoko, warekena, yavjtero);
-. Caribe (akawayo, kariña, japreria, makushi, mapoyo, panare, pemón, yekuana, yukpa. yavarana)
-. Chibcha (barí);
-. Tupí-guarañí (ñengató).
Las demás lenguas ubicadas en territorio venezolano se clasifican como independientes, ya que hasta la fecha ninguna investigación las incluye de manera incontrovertible en las familias fundamentadas en semejanzas sólidamente comprobadas y reconducidas a un común origen histórico.
Como subproducto lamentable de la aculturación inarmónica, ocurre en varias etnias la pérdida paulatina de la lengua materna en las nuevas generaciones. Sin embargo, este hecho no significa la separación automática de los no hablantes ni su des- identificación respecto de su matriz de origen, ya que muchas de estas personas continúan viviendo en las mismas comunidades, comparten características culturales similares y pertenecen a las mismas familias. Dada esa continuidad y coincidencia, así como en numerosos casos su admisión consciente por parte de los individuos involucrados, el Censo Indígena nunca ha tenido óbice (obstáculo) en reconocer como indígenas a los descendientes directos de hablantes de lenguas étnicas.
La situación se vuelve aún más complicada cuando se trata de comunidades históricamente rastreables como indígenas, pero ninguno de cuyos miembros conoce la lengua autóctona y a veces hasta ignora el tipo de lengua que hablaban sus ancestros. De todas maneras, muchas comunidades con tales características, sobre todo aquellas que siguen conservando importantes elementos tradicionales de raigambre amerindia, se autodefinen como indígenas, particularmente en el Oriente del país. Si bien no faltan casos en que dicha auto identificación está afincada en la posesión de antiguas tierras comunales o en un constante litigio por recuperarlas, el fenómeno de las llamadas "comunidades indígenas genéricas" no debe ser desdeñado o pasado por alto por la antropología u otras disciplinas sociales.
Al fin y al cabo, ni la lengua es el único criterio clasificatorio posible, ni existe razón alguna para asignarle a la categoría "indígena" atributos históricamente indelebles, ni mucho menos nos incumbe negarle a un grupo humano el derecho a identificarse de tal o cual manera, sobre todo si para ello aduce razones históricas contundentes. En todo caso, el problema de los "indios genéricos ", de quienes los "caribes genéricos" de Píritu del Estado Anzoátegui y otras zonas orientales constituyen un importante exponente, sigue en pie y posiblemente tenga que ser asumido por futuros censos indígenas, como ya de hecho ocurre en Brasil, Colombia y otros países de América.
Sin ánimos de agotar el tema, es significativo que tanto en Venezuela como en otras partes el término indígena ha venido ganando inclusividad en años recientes. En las condiciones actuales, es insuficiente y ahistórica la concepción estereotipada que identifica lo indio con sus manifestaciones culturales más tradicionales sin que ello signifique desconocer la legitimidad y valor simbólico de tales componentes ancestrales de cada cultura. Así como el liquilique no define necesariamente al venezolano, tampoco el guayuco o la manta guajira - de hecho una prenda de origen colonial son implementos imprescindibles para una identificación étnica.
Para concluir, hacemos hincapié en la idea de que tanto por razones estructurales como históricas es imposible y hasta innecesario postular criterios definitorios estáticos, dogmáticos e invariables para diferenciar al indígena del criollo o a las diversas etnias indígenas entre sí. Pero sí existen y son perfectamente accesibles distintos criterios diferenciadores -entre los cuales el factor lingüístico, sin ser el privilegiado, es el de más fácil aplicación- que resultan suficientes y de utilidad operativa inmediata, para definir y clasificar en forma ordenada la inmensa riqueza y variedad cultural que significa la presencia de poblaciones cuyo origen histórico remonta a tiempos previos al primer contacto con formaciones socioculturales no amerindias.
Lingüista Esteban Emilio Mosonyi

Algunos Problemas Relativos a la Trascripción de los Nombres Étnicos y de las Autodenominaciones
No hay necesidad de insistir en la complejidad inherente a la nomenclatura de las etnias indígenas, sobre todo en el decurso histórico que ha generado multitud de variantes gráficas y cambios aun más sustanciales. Por tal motivo el Censo Indígena, como cualquier trabajo profesional serio, tuvo que enfrentarse desde el principio con la tremenda dificultad de asignarle un nombre a cada etnia, sin lo cual habría resultado imposible realizar el Censo como tal, ante el cúmulo de contradicciones que hubieran surgido en cada caso.
A todas las dificultades históricamente presentes debe añadirse una de corte más reciente, la cual consiste en aplicar su autodenominación algo muy similar a la misma a un número creciente de etnias que pugnan por reivindicar todo su patrimonio cultural, incluyendo su nombre colectivo. Por ejemplo, durante largo tiempo la gente se conformaba con la palabra "guajiro", algunos inclusive escribían "goajiro", engendro casi impronunciable, sin que nadie se percatara, sin excluir a los propios indígenas sumidos en la vergüenza étnica, de que el, verdadero nombre o autodenominación de este pueblo es wayuu. En la actualidad el Censó Indígena se ha visto forzado a admitir esta autodenominación por la actitud justificadamente beligerante de las propias organizaciones indígenas. De todos modos, durante los últimos años un número creciente de no indígenas está aprendiendo a reconocer e interpretar dicho término que ya circula profusamente en los órganos de prensa, si bien muchos se extrañan por la grafía "w", justificada en el idioma indígena mas muy poco utilizada en el español.
Para abreviar estas consideraciones, baste con constatar que ya existe un conjunto de autodenominaciones que han expulsado los anteriores nombres impuestos, de una forma virtualmente irreversible. El Censo Indígena'92, por ejemplo, habla de warao en vez de "guarao" o "guaraóno"; de pumé en vez de "yaruro "; de añó en vez de "parau jano "; de yanomami en vez de "guaica", al extremo de que este último término se tornó obsoleto. Sin embargo, con otras autodenominaciones sigue habiendo problemas, bien sea por tratarse de nombres escasamente conocidos fuera del ámbito indígena, por haber serios desacuerdos entre los mismos indígenas en cuanto a la grafía exacta que haya de utilizarse, incluso por lo impronunciable en español que sería hasta una forma simplificada de ciertas autodenominaciones.
Tal vez, el caso más llamativo sea la autodenominación wotuja [ü' wóthiha] mediante la cual la propia etnia interesada trata de suplantar la heterodenominación piaroa. Pero sucede que prácticamente ningún "criollo" conoce dicha autodenominación, cuya pronunciación correcta es además imposible para cualquier persona no versada en lingüística. Mientras tanto, la palabra d piaroa tiene, mal que bien, una amplia aceptación en Venezuela y el exterior, de suerte que su reemplazo podría crear confusiones muy difíciles de sobrellevar y justificar en el presente momento. Es posible que a mediano plazo vaya ganando terreno el nombre: wotuja, pero aún así es dudoso si el Censo Indígena '92 o cualquier otro documento o texto destinado a circular profusamente en medios lingüísticos heterogéneos deba utilizar desde ahora una forma netamente minoritaria, por decir lo menos. Albergamos el temor de que un uso prematuro y exagerado de las autodenominaciones, lejos de ayudar a consolidar las etnias y su cultura, sólo llegaría a convertir el tema indígena en algo más esotérico e inasible. Obviamente, en textos redactados en lenguas indígenas, las autodenominaciones tienen que figurar sin discusión posible; pero tal vez no quepa ser tan radicales en el contexto escrito del español u otras lenguas de origen europeo. Sólo hay que recordar que para decir "alemán" no usamos en español la autodenominación "deutsch" ni "syuomalainen" para decir "finlandés".
Para cerrar este punto recomendamos dar preferencia a las autodenominaciones en la medida de que hayan adquirido alguna difusión y aceptación, sin caer en un dogmatismo forzado. Por lo pronto, parece preferible emplear eñepá por panare, jiwi o jivi (existen ambas formas) por guajibo, sólo a título experimental, al menos al tanto la presencia política y cultural de estas etnias nos lleve a adoptar una decisión distinta.
Hay otro problema fundamental que debemos tocar al margen de la polémica entre autodenominaciones y heterodenominaciones. Se trata de la forma ortográfica exacta que habrá de fijarse para cada nombre étnico, al menos para efecto del Censo y otros documentos oficiales. En este particular, el uso etnográfico internacional -en buena parte establecido por autores de lengua inglesa, francesa y alemana- ha logrado difundir ciertas gracias que a veces chocan con los hábitos ortográficos más netamente hispanos o hispano latinos. Tampoco en esto es aconsejable adoptar una postura cerrada e intransigente, pero hay que reconocer que se dan ciertas tendencias muy difíciles de contrarrestar en las actuales circunstancias.
Así por ejemplo, aparte de ciertos lexemas netamente hispanizados, como la palabra Caribe, por ejemplo, las denominaciones étnicas parecen poco propensas a admitir el uso de la "c" y la "q" con valor de "k", o el empleo de la secuencia "qu" con valor semiconsonántico, utilizado históricamente sobre todo en la sílaba diptongada "gu". Por tal motivo, para lograr un mínimo de coherencia y unidad de criterios, nos parece viable emplear siempre la "k" y la "w" en denominaciones como akawayo, uruak, kariña, kurripako, piapoko, warao, warekena; yekuana. En muchas versiones, algunos de estos nombres llevan un apóstrofo en representación de una oclusión glotal o saltillo () que jamás se pronuncia en la escritura hispanizada. Por tanto no nos parece procedente, escribir en contexto hispánico ka'riña, e'ñepa, ye'kuana. Tampoco parece posible ya por razones históricas, escribir "wajiro" y "wajibo", aun cuando ello permitiría una mayor homogeneización de criterios en relación con formas como wayuu y warao.
Lingüista Esteban Emilio Mosonyi

13 octubre, 2010

El descubrimiento de Tierra Firme (Venezuela)



Domingo 22 y lunes 23 julio de 1498.
Descubrimiento de la isla de Trinidad.
Relata Don Fernando Colón los interesantísimos acontecimientos de los días 31 de julio, y los siguientes 1, 2 y 3 de agosto de 1498.

Martes 31 julio de 1498.
“Al ver tierra el Almirante Colón, cambió de rumbo hacia un cabo “que parecía estar al Poniente, que llamó de la Galera” (…) Habiendo navegado el Almirante muchos días hacia Occidente, pensando que quedaban las islas de los caribes al Norte, determinó dejar aquel camino y volver a La Española, no solo porque le faltase el agua, sino porque todos los bastimentos se destruían, y porque dudaba, si en su ausencia hubiese sucedido algún desorden o sedición, como en efecto había sucedido”

“Navegando una mañana por este camino, quiso Dios que a la hora del mediodía, viese tierra al Occidente un marinero de Huelva llamado Alonso Pérez Nicardo, que se había subido a la gavia y vidó al poniente tres mogotes juntos, a un tiempo. Dijimos la Salve Regina y otras prosas y dimos todos muchas gracias a Nuestro Señor (…) volví hacia la tierra, adonde yo llegué a hora de completas a un cabo al cual dije de la Galera, después de haber nombrado a la isla de La Trinidad, por haber pensado poner este nombre a la primer tierra que hallase”.

Miércoles 1º agosto de 1498
“En la tarde desembarcó la gente con grande alegría en la isla que llamé Trinidad, en una punta que me pareció Alcatraz y llamé de la Playa, donde mis hombres  tomaron  agua de un bellísimos arroyo; pero en todo aquel contorno no hallaron gente, aunque si vieron pisadas de pescadores, que habían huido, dejándose algunas cosillas que servían para pescar. Hallaron (mis hombres) también muchas huellas de animales que parecían de cabras, y vieron los huesos de una, pero por que en la cabeza no tenia cuernos creyeron que podía ser algún gato mamón o mono, como después supieron por haber visto luego (en Paria) muchos gatos semejantes”

Comenta el padre Bartolomé De las Casas en su Relación sobre El descubrimiento de Tierra Firme (Venezuela)

Ese mismo día, navegando entre las dos puntas referidas, sobre la mano izquierda vieron la Tierra Firme a 25 leguas de distancia aunque pensaron que era otra isla y creyéndolo así el Almirante le puso el nombre de Isla Santa. No vieron puerto alguno pero el lugar era muy hermoso y los árboles hasta la mar, con muchas poblaciones, casas y grandísima amenidad, cuya jornada pasaron en brevísimo tiempo porque la corriente del mar era tan veloz hacia Occidente, que parecía un río rápido.Refiere De las Casas

Dice Colón “Me sorprenden grandes olas de agua dulce, creo que estoy en las inmediaciones de un enorme río. Avisto desde acá lo que llamaré Punta Bombeador y a esa región le diré Tierra de Gracia, aunque no sé si sea una isla o no”.

Jueves, 2 de agosto de 1498
Después que vieron que no podían tomar lengua de la gente de la tierra en la Punta de la Playa, ni abastecerse de toda el agua necesaria, ni remediar los navíos, siguió el Almirante su viaje el día siguiente.

“Vino de hacia oriente y empezó a seguirnos una grande canoa con veinticuatro hombres, todos mancebos y muy ataviados de arcos y flechas y tablachinas, de buena disposición, no negros, salvo mas blancos que otros que haya visto en las Indias, y de muy lindo gesto y hermosos cuerpos y con cabellos largos y llanos, cortados a la guisa de Castilla y traían la cabeza atada con un pañuelo tejido a labores y colores, el cual creía yo que era almaizar. Otro de estos pañuelos traían ceñido y se cobijaban con él en lugar de pañetes. Muchos traen piezas de oro bajo colgadas al pescuezo. Tienen canoas muy grandes y bien hechas, así como livianas, con un apartamiento en el medio como cámara en donde van los principales y sus mujeres. Cuando llegó esta canoa habló de muy lejos, hablaban a gritos. Yo ni otro ninguno los entendíamos, aunque se podía discurrir que preguntasen que gentes éramos nosotros y de dónde veníamos. No habiendo modo de persuadirlos con palabras que se allegasen a los navíos, empezamos a enseñarles diferentes cosas a ver si las codiciaban, como bacines de metal, espejos y otras cosas que lucían, pero aunque se acercaron un poco, viendo estas cosas se volvían atrás, y a pararse, como que dudaban, por lo cual y también para alegrarlos con alguna fiesta, hice subir a la popa un tamborín y otro que cantase y algunos mozos que hiciesen una danza. Y, luego que vieron tañer y danzar; todos dejaron los remos y echaron manos a los arcos y los encordaron y embarazó cada uno su tablachina y comenzaron a tirar flechas a los que danzaban, los cuales dejando la danza empezaron a tirarles con las ballestas, porque no quedasen sin castigo, ni despreciasen a los cristianos; de modo que les costó mucho retirarse, pero siguieron a lo largo a otra carabela, La Vaqueños, a la cual se acercaron sin miedo ni tardanza. El piloto entró con ellos en la canoa y dio un sayo y un bonete al hombre principal y quedó concertado que le iría hablar allí en la playa y ellos les traerían de sus cosas y de su pan. Señalan que recogen el oro en tierras al poniente, en lugar alto, más no lejos de ahí.   Ellos luego se fueron con la canoa esperándole. Y él como no quiso ir sin mi licencia, como ellos le vieron venir a la Nao con la barca, tornaron a entrar en la canoa y se fueron y nunca más los vi, ni a otro en esta isla. Llamé a este lugar Jardines” 
Este lugar es lo que hoy se llama Guiria, según refiere Pagan, p. 367.

Viernes, 3 agosto de 1498
Estando en esta punta del Arenal, que es el fin de la isla de Trinidad, vido hacia Norte, a distancia de 125 leguas, un cabo o Punta de la misma Tierra Firme el Almirante creyendo que era otra isla distinta púsole por nombre La Isla de Gracia y esta es la que ellos le llaman Paria.

Domingo, 12 agosto de 1498.
“Tengo sentado en el ánima que allí es el Paraíso Terrenal, enviaré el adelantado con 3 navíos a ver más adelante y descubrirán todo lo que pudieren hacia aquellas partes”

Lunes, 13 agosto de 1498
Después de muchas vicisitudes logra el Almirante salir por Boca de Drago, con destino a La Española.

“(… ) y llegando a la Boca del Drago antes del mediodía, hallo una gran pelea entre  el agua dulce por salir a la mar y el agua salada de la mar, por entrar al golfo, tan recia y temerosa que levantaba una gran loma, como un alto cerro,  con tan grande ruido, que atemorizaba, y en este momento dije que si  de allí escapábamos, podíamos hacer cuenta que nos habíamos liberado de la Boca del Drago (de ahí el nombre).
Quiso Dios que la misma agua dulce, venciendo a la salada echó sin sentirlo, los navíos fuera hasta el Golfo que llamé de las Perlas.               Rodeé toda esta tierra por el sur a ver si toda esta agua procedía de ríos como afirmaban los marineros, aunque yo no lo creía porque me parecía que ningún río del mundo puede llevar tanta agua, si ya no fuesen Tierras – Firmes. Di nombres a los Cabos de Conchas, Caboluengo, Cabo de Sabor, y Cabo Rico. Al salir de la Boca vi una isla al Norte, veintiséis leguas, la llamé de la Asunción, a otra La Concepción, otras tres isletas, Los Testigos y a otra Cabellas de Romero, a otras pequeñas las Guardas”

Martes, 14 agosto de 1498
“Entre tanto yo enviaré a Vuestras Altezas esta escriptura y la pintura de la tierra y acordaran lo que en ella se deba hacer con la ayuda de la Santa Trinidad”

Miércoles, 15 de agosto de 1498
“Avisto desde aquí tres islas, llamaré a la más grande Isla de Margarita

Camino de La Española divisó la “Isla Margarita”, en la cual comprobó que sus habitantes pescaban perlas. Cerca de ella otra isla el Martinete. Tiene la Margarita quince leguas de largo, y seis de ancho, es muy verde, y graciosa, y estaba poblada de gentes. Está a siete leguas de la Tierra firme con la que hace un Golfete y en medio están dos isletas, la una Cubagua adonde se han cogido muchas perlas; y la otra Cochen (venado) (…) habiendo andado cuarenta leguas fuera de la Boca del Drago, y muy malo de los ojos de no dormir ante tantos peligros, y como veía que la tierra iba muy extendida para abajo al poniente, vino en conocimiento que tierra tan grande no era isla, sino Tierra  Firme, la cual vio el 1º de Agosto de 1498.   Pagan, p.376

Lunes 20 agosto de 1498
Llegó a la nueva capital de las Indias, La Española, que había sido fundada en 1496 por su hermano Bartolomé en el sur de la isla de La Española.


Este es el período más discutido y cuestionado por los historiadores colombinos, respecto al descubrimiento de Tierra Firme (Venezuela), cuya superficial exploración apenas tomo alrededor de diez días.

Revisión Bibliográfica


Cartografía Plástica, Carta de Paria – Postal.  - Zulay Castañeda.  2000.

Colón Cristóbal, Diario de a bordo. Los cuatro viajes del Almirante y su testamento. Libros de El Nacional. Ed. Torino: Caracas Venezuela. pp. 183 – 206.

El Nacional Domingo 24  Mayo de 1998.  p. H6 / Universidad de Harvard 1939

Pagan, E. V., (1990) El Almirante - la extraordinaria saga de Cristóbal Colón, Monte Ávila Editores: Caracas Venezuela, Cap. 17, pp. 355 – 379