18 septiembre, 2010

Nuestros ancestros, su importancia.

Marc Auge hace referencia a el otro en su obra  El sentido de los otros cuando habla sobre ¿Quién es el otro?  Él reflexiona sobre la idea de que el individuo sólo adquiere sentido mediante las relaciones que le rodean, es decir, que un individuo no es nada sin lo social, al igual que lo social no puede existir sin individuos. El individuo no es más que un conjunto de relaciones presentes y pasadas.”  Auge M. (1996).
Cuando se refiere a relaciones pasadas, alude a la huella que han dejado en el individuo sus antepasados, su huella ancestral.

MITO Y RITO EN LA SOCIEDAD WAYÚU - 1a parte



El MITO Y EL RITO 

SU ORIGEN, COSTUMBRES Y RITUALES EN EL PUEBLO WAYUU




En esta oportunidad trataremos el tema del  “mito” y el “rito”esta actividad pretende que como grupo humano aprendamos a conocer al “otro”, que nos demos cuenta que existen otros seres humanos que conforman grupo y clanes;  que tienen sus propios ritos, normas, leyes; preguntémonos porque algunas veces “los otros” nos parecen tan ajenos, tan disimiles; será tal vez por su cultura, por su religión, o por el espacio físico diferente que ocupamos, todo esto es cierto aunque siempre va a existir ese punto de encuentro, ese lazo que nos une, esto pasa porque el otro y nosotros somos humanos y como tal, necesitamos del entorno, precisamos de  nuestros semejantes para que la vida sea más llevadera, para que sea  posible.
Esto es necesario dado que el hombre es un ser social y como tal constituye grupos. Cuando aprendemos a conocer y aceptar al “otro” tal cual es, sin pretender cambiarlo, en esa misma medida nos adentramos en nosotros mismos, nos auto aceptamos.
  

CRIMEN Y OTREDAD.

Considero pertinente referir  que  nací en el estado Zulia, por lo tanto los Wayuú como grupo humano es ligeramente familiar para mí; aunque suelen verse por la ciudad de Maracaibo haciendo vida, nunca llegan a integrarse, no son accesibles para el resto de la sociedad, además desde el momento en que hablan otro idioma  ya está estableciéndose la primera barrera. Son hoscos y gregarios. Evoco haberlos visto muchas veces  en la laguna de Sinamaica,  en Paraguachón, cuando viajábamos a Maicao (Colombia).
Viene a mi memoria una imagen,  un día completo de viaje en un Chrysler del 48, en plena agonía de la tarde, cuando mi cuerpecito de niña extenuado pedía descanso, ahí en medio de la nada, aparece en nuestro camino el hotel Caimarechico, habíamos pernoctados algunas veces en ese sitio. Instalaciones decoradas en blanco y azul celeste, piscina, trampolín, y al fondo un mar, el mar, en donde su costa se extiende hasta donde te llegue la mirada, ese mar con sus incesantes olas oceánicas tiene una particularidad, sus olas son casi uniformes y allá en donde la ola choca flota una vaca,  no sé cómo llegó hasta ahí, pero está una vaca en el mar en ni recuerdo. Era impresionante ver viajar  a los guajiros – Wayuu – era un espectáculo muy colorido, sus chirrincheras o camiones con barandas adornados  con colores fuertes y contrastantes. Veía como las mujeres guardaban, bajo su  amplia manta todo lo que podían (…) y a la hora de pasar por la aduana, éramos requisados, ellos por un lado, nosotros por un lado aparte.
 Armaban líos, es decir hablaban con gritos y parecía que estaban peleando, (tal vez yo lo veía así) pero quizá ese es su comportamiento habitual o pudiera ser, que los guardias los extorsionaban, (eso creí siempre) por el contrabando que trataban de pasar; por eso se  defendían, por eso gritaban. Ellos se sienten despreciados y rechazados; tienen razón, porque existe una segregación social contra el indígena americano, notoria, está vigente, se percibe.

Recuerdo que nosotros les temíamos, se nos decía que eran vengativos, por otro lado, siempre han sido muy sonados los casos decrímenes y venganzas de los guajiros.  Ellos cobran venganza, se matan unas familias contra otras, lo hacen a plena luz del día y sin importarles los testigos, porque al fin y al cabo, la justicia que impera para ellos es la de su clan. Muchas veces las autoridades no intervienen por temor a represalias que ellos puedan tomar. En las páginas rojas de la región - Diario Panorama – suele verse  que cuando aparece la noticia de un caso de venganza entre ellos, siguen apareciendo muertos, durante días, hasta que saldan sus cuentas. Nadie interviene. (Es lo que recuerdo, actualmente no tengo testimonio propio)
Se dice por esos lados  ¡Cuídate de un filúo! Llaman Filudo  o filúo a uno de los pueblos indígenas de la Goajira y a sus habitantes también se les llama filúo.


                              En esta foto mi hermana Milena y yo disfrazada de Guajiras.

Al parecer en una búsqueda de integración social, dado que en ese momento aunque  convivíamos en la  misma ciudad, ellos se comportaban como testigos mudos de una realidad aparte. Sucedió que me intrigaban tanto los indígenas que logré disfrazarme de guajira, conquistando así, poder sentirme una de ellos, sentimiento que mantengo hasta hoy.

España reconoce la palabra Indígena después de 518 años


http://www.biodiversidadla.org/Principal/Contenido/Noticias/Espana_reconoce_la_palabra_Indigena_despues_de_518_anos

El próximo 9 de septiembre, la Casa de América de España, entregará el Premio Bartolomé de las Casas en su XIX Edición, a el Tejido de Comunicación de la ACIN.
El próximo 9 de septiembre, la Casa de América de España, entregará el Premio Bartolomé de las Casas en su XIX Edición, con el que hace un reconocimiento a la “labor en el ámbito de la información del Tejido de Comunicación y Relaciones Externas, que incorpora y articula las estrategias comunicativas tradicionales con los medios tecnológicos para informar, reflexionar y decidir con el propósito de defender la vida de las personas y la pervivencia del territorio” dentro del proceso organizativo liderado por la ACIN en el norte del Cauca.
La representación de la comunidad de la zona norte del Cauca en España estará a cargo de Jorge Arias, consejero mayor de la ACIN y Edgar Yatacué, integrante del Tejido de Comunicación de la ACIN. La ACIN está construida por el esfuerzo de comunidades, comuneros, cabildos, proyectos comunitarios y por el esfuerzo anónimo de decenas de miles de personas que incluye a muchos que han dado la vida sin ningún reconocimiento. Este premio Bartolomé de las Casas es para ellas y para ellos. Por haber caminado la palabra, hoy su esfuerzo no ha sido en vano. Es a ellas y a ellos, los desconocidos, los ignorados a quienes dedicamos nuestra gratitud y reconocimiento.
Irónicamente, España es el escenario donde se hará el reconocimiento a un trabajo digno hecho por comunidades que se resisten al modelo de codicia que asesina y también donde se premiará a Álvaro Uribe Vélez, uno de los promotores de ese modelo mezquino. Este reconocimiento se le hace –supuestamente- por su ‘apoyo a las víctimas del terrorismo’, a las víctimas del país cuyo gobierno afirmó que no existía ni conflicto, ni víctimas. A aquellos que fueron (y siguen siendo) invisibilizados, difamados, agredidos y que siguen esperando un proceso de justicia y reparación.
Este premio también es para ellos. Es un estímulo para continuar el trabajo con las comunidades, para visibilizar los procesos de resistencia de los sectores y organizaciones en todo el mundo que, con sus objetivos particulares, comparten la meta de todos los pueblos que consiste en defender la vida. Por eso es importante seguir dedicando nuestros esfuerzos y capacidades al fortalecimiento del proceso de resistencia pacífica y a la construcción de alternativas tejidas en diferentes rincones del mundo, donde, como en el norte del Cauca, como en toda Colombia, el proceso de comunicación ha sido fundamental para visibilizar, fortalecer y proteger los planes de vida y para denunciar constantemente la agresión que se origina desde el modelo económico transnacional.
Fuente: Enlace Indígena

Plumas



Fotografía: Jesús E. Quintero

Plumas



Fotografía: Jesús E. Quintero

17 septiembre, 2010

COSTUMBRES Y MITOS EN LA SOCIEDAD WAYUU

Significado mítico del mal
Apoyándonos en el texto de Yanet Segovia  titulado “Crimen y otredad en la sociedad Wayuu  (interpretación a partir del significado mítico del "mal") haremos un breve análisis sobre algunas costumbres y mitos del pueblo Wayuu.
Esta  Investigadora se dedica al estudio de la  “sociedad wayuu" sobre todo lo relacionado con el crimen y la violencia en la ciudad de Maracaibo y algunos poblados cercanos a esa ciudad. Ella considera que para poder estudiar el crimen es preciso definir a “los hombres” como lo que es idéntico a él mientras que “los otros” se considera aquello que es diferente a lo propio, lo no-idéntico, la alteridad. Al construir al otro se construye la propia identidad, de esta manera se construye un grupo. Entonces podemos establecer el “deber-ser colectivo” como lo propio en tanto que “el crimen” es aquello que destruye la condición propia del hombre.                                         
Esta autora estudia el crimen desde las referencias míticas originarias, también hace referencia a algunas prácticas rituales, tratando  de interpretar las acciones consideradas como crímenes desde la condición de vulnerabilidad propia de los hombres.     

Origen del hombre Wayuu
En la sociedad wayuu se considera que cuando tuvo origen el primer hombre, “Maleiwa”, paralelamente se originaron las fuerzas del mal que  se le oponen  y niegan, es decir que desde siempre el hombre ha luchado contra unas fuerzas que tratan de destruirle. Por esto ellos consideran que cuando se comete un crimen, es esa misma fuerza, quien viene desde siempre a hacerse visible, en el presente inmediato. Todo aquello que hizo posible  que se ejecutara aquel mal, se actualiza. Es una estructura compleja en donde se mezclan emociones de desorden e injusticia.                         

“Surge y se impone la naturaleza del hombre y la naturaleza de las fuerzas malignas que se le oponen” (Segovia, 1998)

           Considera la autora,  que según sus creencias, el hombre está siempre en un constante enfrentamiento o juego entre los hombres y los poderes del mal, esos poderes malignos se constituyen en “los otros”  traduciéndose en la manera como se manifiesta, en el presente inmediato, su poder de destrucción.
            El hombre Wayuu cree que esos personajes de la alteridad, usan como fuerza de destrucción su capacidad de enfermar. El crimen al igual que la enfermedad, nos permite acercarnos a una de las características propias de estos seres: su alimentación.
            Es la comida uno de los elementos que siempre ha servido como uno de los marcadores o símbolos  de la identidad  cultural" según refiere (Julián García, 1994) Sin embargo es Levi-Strauss (1968) en Lo crudo y lo cocido, quien le da a la alimentación un valor antropológico y quien comienza a analizarlo desde el valor simbólico que la comida contiene. Y sus investigaciones junto a Magaña han sido las más indicadas para ayudar a desentrañar las categorías y clasificaciones que este tipo de mitos establecen para entender la relación entre cuerpo y analogías culinarias. Aunque otros antropólogos tales como Mery Douglas, establece analogías entre procesos culinarios y pautas en las relaciones sociales. Encontramos que Tambiah (1969) y de Reichel-Dolmatoff (1971) han trabajado la relación cuerpo y comida, estableciendo analogías entre clasificaciones de alimentos y pautas sociales o relaciones entre culinaria y rituales de purificación. También los trabajos de Magaña se han centrado en el cuerpo y la cocina en la mitología americana. Él examina en 1988, algunos personajes míticos de los Taréno, Wayana y Kaliña.
            Los diferentes tipos de orificios del cuerpo de estos personajes se deriva, según Magaña  "de la preocupación por traducir ciertas nociones fundamentales que guardan relación con la cocina como técnica del dominio del cuerpo, y con clasificaciones sociológicas generales que atañen a la estructuración de sistemas sociales y de alianza matrimonial"   Magaña (1988:114).


  El comer en la sociedad wayuu
           Para la sociedad wayuu en la visión del tiempo (presente y futuro), el crimen permite actualizar todo aquello que pertenece a la historia primigenia. Para poder comprender lo que para ellos representa el significado originario del mal,  es preciso  revisar en el Mito de Maleiwa, mito que narra el origen del hombre y el mal, en la versión de Ramón Paz Ipuana, (1973). Este texto permite penetrar en el pensamiento wayuu más allá del presente y espacio inmediato, encontrando en los orígenes míticos la razón de aquello que les amenaza y acecha permanentemente. El orden cósmico del mundo wayuu va configurándose desde el principio de este mito. Revela lo astronómico y lo geográfico, respondiendo a categorías que establecen diferencias entre el mundo femenino y lo propio del mundo masculino. Estas oposiciones constituyen la base de significación inicial, que se irá configurando a lo largo del mito, e irán a explicar parte importante de aquello que define al hombre wayuu y a todo aquello que lo aleja de su ser. Para los wayuu, Maleiwa constituye el Mito de origen, es el primer hombre y  revela la manera en que fue creado este hombre; y así el resto de los otros hombres wayuu. Ellos son la unión de dioses  y fieras. Según la versión de  Ramón Paz Ipuana, el Mito de origen  Wayuu  refiere:                 

“fuerzas benefactoras, del arriba, de lo frío, de la vida y de lo masculino, se unen con las fuerzas brutales de las fieras (los hombres tigres), del abajo, del calor, de la muerte, de lo femenino, para, en el cuerpo de Maleiwa, fundir sus condiciones y crear un cuerpo con una alimentación, unos orificios, una actitud, a partir del cual se definen los hombres wayuu”. Ramón Paz Ipuana, 1973

            Según esta concepción de Ipuana (1973),  los hombres wayuu” son producto de la unión dos fuerzas antagónicas que se funden en el cuerpo de Maleiwa, quien de está manera nace con un cuerpo, con una alimentación, unos orificios y una actitud propia de ellos, propia de unos seres que son la unión de dioses y fieras.
            Refiere Segovia (1998) en uno de los capítulos de su tesis doctoral, que ella realiza una revisión de la versión de Paz Ipuana y  hace un análisis semiótico de este mito para tratar de explicar ciertas diferencias tanto geográficas, cosmológicas, culinarias y corporales que dan una visión de todo aquello que ha sido creado y una cierta manera de ver e interpretar el mundo.
             Segovia considera que según Paz Ipuana, existe "Una versión sobre los mellizos transformadores: Tumaju'le y Peeliyuu", mientras que los wayuu reconocen con el nombre de Maleiwa, al primer hombre wayuu, como  lo recoge ella en todas las conversaciones que mantiene  con los wayuu acerca de este ser.

Sin embargo existen otras versiones, veamos:
Preexisten otras opiniones que refieren que “los muchachos se llamaban Maleiwa, Ulapayüi (o Ulap) y Tümajtile. Según otros Ulap sería el nombre antiguo de Maleiwa. Éste, es a veces llamado "barrigón" (mülio'u ale `echi). Finalmente hay quienes afirman que Tirmajüle  no era el hermano de Maleiwa, sino su abuela"  Igualmente se dice que de los mellizos sólo sobrevive uno, Maleiwa.
       
 Nacimiento de Maleiwa
 El nacimiento de Maleiwa está signado por acciones indebidas entre los dioses. El es hijo de Manna quien  a su vez, es hija de Saiñma (Corazón de la Tierra) y Manuuya (El rocío de la niebla). Saiñ-Má y Manuuya son hermanos, hijos de Sawaipiuushi, la oscuridad de la noche.
En la sociedad existe la prohibición de la unión entre seres vinculados tan estrechamente, como es el caso de Saiñ-Má y Manuuya, esto constituye  una falta grave, el incesto. Por ello  según el mito Saiñ-Má se ve obligada a alejarse de su lugar original y se va a una cueva en donde nace Manna que crece y se constituye en una joven hermosa, recatada y célibe, luego  aparece Semirriu,  quien es un hombre viejo y enamoradizo, que representa el demiurgo,  él la fecunda y nace Maleiwa el primer wayuu.
Este caso de uniones de parejas que difieren o están alejadas son muy frecuenten en la mitología Sudamericana.
          
            “Manna significa abrojo, pequeñas plantas que salen en época de lluvia y según el mito, estas plantas surgen del excremento de los hombres-tigres después de haberse comido a Manna”.  Ella al igual que su madre debe alejarse de la tierra en donde ha nacido, es así como queda desamparada en un lugar desértico en Palaapuloina y estando  aún embarazada, es devorada por los hombres tigres.              Refiere el mito que “sus hijos, que sobreviven, son criados por la madre de los hombres-tigres (Kalamantunay) y las propias fieras. En esta convivencia los mellizos adquieren hábitos y condiciones propias de estos seres.
             Los cuerpos de los seres originarios son cuerpos híper-cerrados, están desprovistos de orificios, se alimentan de aromas o de frutos silvestres, mientras que los cuerpos de las fieras son cuerpos híper-abiertos, son carnívoros e insaciables. Los hijos de Manna adquieren los hábitos alimenticios y el conocimiento de la caza, aunque se alimentan también de frutos y plantas. Cuando los hijos de Manna descubren la verdad acerca de la muerte de su madre deciden vengarse de los hombres-tigres, matando a Kalamantunay y haciéndosela comer a sus propios hijos.
Los hombres-tigres se convierten en los Wanülü, en tanto que Maleiwa se convierte en el primer hombre wayuu que va a vivir eternamente el acecho incansable de Wanülü por destruirle.
              El hombre Wayuu está relacionado con los dioses originarios y con aquello que contiene de estos seres, en su cuerpo, en su constitución, en su alimentación. Sin embargo, y esto es lo más importante para comprender el crimen, el hombre contiene también características y condiciones de las fieras, de los "hombres-tigres".
             Estos "hombres-tigres" mencionados por Paz Ipuana, 1973,  aparecen en la mitología americana infinidad de veces mencionados como el jaguar, seres míticos que tiene sus satisfacciones culinarias basadas en la carne y enfrentados a los hombres, según refiere Strauss. Acerca de esto encontramos que Paz Ipuana dice:
 “El origen de todo mal se expresa en Wanülü que se define como la ‘desarmonice’ y el ‘desequilibrio’. Todos los hombres están sujetos a su acción envolvente. Los wayuu lo definen como la ‘maldad’, los ‘crímenes’, el ‘temor’ la ‘soledad’, las ‘guerras’ las ‘tragedias’ del hombre”. (Ramón Paz Ipuana, 1.973. p.302).

             Como consideran el mal hoy en día

             En el  tiempo presente es preciso  hablar de cómo esas fuerzas del mal conviven en una lucha permanente con los hombres. Para los Wayuu en la cosmovisión se encuentran otros seres malévolos que acechan la integridad del wayuu. Yolujá, por ejemplo, es muy importante, es una especie de puente entre los hombres y los más fieros y devoradores Wanülü, ambos son muy temidos; son en esencia una otredad que procura permanentemente destruir aquello que el wayuu es.
             Refiere Segovia (1998) que en sus conversaciones con los wayuu de la Baja Guajira y Maracaibo: Yolujá, invariablemente, se traduce como el alma de los wayuu muertos, también en otros de sus significados aparece como un tipo de enfermedad, llamada Yolujasiraa, menos grave que las producidas por Wanülü, quien era realmente quien ocasionaba este tipo de mal que según otros autores, representa la muerte definitiva.
            Dice Segovia: en oposición, Wanülü aparece, entre los Wayuu con quienes estuve trabajando (en La Baja Guajira y Maracaibo), como menos potentes que Yolujá; se identifica, casi exclusivamente con la enfermedad, las menos fuertes, las que no producen la muerte instantánea.
            En sus comentarios añade que el señor Albino  decía en  "Los Filúos" (localidad  de  Maracaibo)  "Yolujá es el más malo porque es el sobreviviente. Llega y anda comiendo todo por ahí, y mata. Yolujá trae algo maligno un poder de algo maligno, algo atrás que eso es ya Yolujá. Tú sabes que Yolujá trae un poder, no sé de dónde lo trae, si de generación en generación, Wanülü es como una enfermedad, son las epidemias". Segovia (1998)
            Sin embargo para otros autores como en Ipuana, Jusayú y Perrin: Yolujá aparece como un ser menos destructivo que Wanülü, o por lo menos con menos jerarquía frente a la posibilidad de producir daño.
              Ipuana, 1973 traduce Yolujá como "difuntas ánimas" que salen a rondar las noches solitarias para asustar a los medrosos".
 Wanülü aparece, en cambio, como el más devorador, el mejor cazador, como el más viejo y respetado, como vimos, como origen de todos los males.
              En la investigación de Perrin (1980) aparece la palabra Wanülü traducida como enfermedad grave que necesita de la intervención del chamán, opuesta a ayuulee, enfermedad benigna o que presenta síntomas menos graves. Dice el autor que   “Wanülü se emplea en  tres sentidos:
.- en primer termino, empleada en femenino como enfermedad,
.- en masculino como ser sobrenatural
.- se nombra como el espíritu auxiliar del chamán”. Perrin (1980)

             Los lugares donde Wanülü suele atacar son los caminos, en sus intersecciones, en las casas abandonadas; sus cómplices son el silencio, la oscuridad y la soledad. Cuando se habla de los lugares propios de Wanülü se habla de los cerros, de las cañadas, de espesos matorrales, de los lugares selváticos. Algunos hablan de Wanülü como "guardadores" de lugares misteriosos y peligrosos, los "Puloi", que son por excelencia lugares de La Guajira. Es por eso que dentro de las costumbres populares estos lugares pierden valor y se deprecian. Wanülü aparece relacionado con la tierra, se le identifica con el viento, con la sequía, con la falta de lluvias, ahí reside su fuerza destructiva. Es por ello que para los Wayuu, la falta de lluvia y la sequía les produce preocupación e inquietud, relacionando siempre estas situaciones adversas de la naturaleza con estos espacios peligrosos, llamados por ellos como  los "Puloi"
Mientras que Yolujá no se identifica ni se relaciona jamás con la tierra, ni con sus condiciones geográficas.

       Acerca se estas creencias y en conversaciones de Segovia (1998)  con Nury y su familia encontramos testimonios tales como:
      
Nerio: "Wanülü es una enfermedad que hace tiempo que ya uno tiene".                      Nury: "Wanülü pa' nosotros son las enfermedades las epidemias, ese es Wanülü pa' nosotros. Por ejemplo lo que sucedió en estos días pa' `Los Filúos', en La Guajira, esa enfermedad, la encefalitis `quina' (sic.), ese fue Wanülü que llegó allá, una epidemia, un Wanülü".
Yanet. ¿De dónde viene?
Papá Nury: "Lo trae el viento, la lluvia y eso".
            
 “Acercarnos a estas significaciones implica acercarnos a los orígenes del Mal, a lo más destructor, en la medida en que se define lo más temido, aquello que más se evita y de lo que más se protegen, lo que es capaz de destruir con más fuerza.” Segovia (1998)

              Ella comenta que el grado de destrucción de Yolujá y de  Wanülü está determinado, aparte de que el primero se le identifique con el espíritu de los Wayuu muertos, y al segundo con  la fuerza destructiva que se produce desde su identificación con el espacio y la naturaleza, considerado también como el más poderoso, bajo la condición de ser el jefe, el más viejo, aunado a esto, para los Guajiros ese poder destructor radica en que Yolujá y  Wanülü, representan todo aquello que está mas alejado de la condición de Wayuu,  significando la negación de la razón fundamental de Ser, y que como consecuencia se traduce en lo más destructivo y peligroso. Para ellos, Yolujá, son los Wayuu muertos recientemente y se diferencia de aquellos muertos hace muchos años atrás.

Tanto en los textos de Perrin (1980), como en parte de lo que encontró Segovia en su trabajo de campo, los Yolujá se convierten en Wanülü, después de haber transcurrido muchos años después de la muerte del Wayuu.

El señor Albino comentaba: “El Yolujá son las personas recién muertas y el Wanülü de añasos muerto. El muerto estaba Yolujá y después va pa' Wanülü”.

Conversando Segovia con algunos  de ellos añade: Lo que dijeron en algunas de las conversaciones que sostuvimos es que ese Yolujá antiguo, para la mayoría de ellos, seguía llamándose Yolujá, mientras que para otras personas, como explícitamente me decía el Señor Albino es Wanülü. Cuando Wanülü no gozaba de esta significación se le consideraba, como vimos, sólo como enfermedad.   Segovia (1998)

La importancia que ellos le dan al hecho de que sea un muerto reciente o uno más viejo estriba en que  los Yolujá recién muertos, aún considerándose peligrosos puedan mediante los sueños prevenir a sus familiares de peligros que pueden estar pronto a suceder.

 La señora Olga me decía: "El puede llegar a la familia y la familia toma precaución, él viene como a avisar, él ronda a la familia como avisando trayendo la novedad ¿él puede hablar en sueños a otros, a los mismos familiares que se preparen porque hay tales cosas, para que el peligro se aleje, se aleje el peligro a través de él                               (…) Lo que sucede es que a los años el Yolujá se vuelve más destructor                                     (…)Un Yolujá, para transformarse así, puede durar 50 años, 30 años"  Segovia (1998)


MUERTE WAYUU
           Segovia (1998), dice que los Wayuu  creen que toda la persona muere dos veces: una primera muerte, acá en el mundo de los vivos, una segunda vez en  el lugar adonde van las almas de los wayuu recién muertos y que ellos llaman Jepirra. La segunda muerte se realiza alrededor de los siete y nueve años después de su primera muerte. En estos años el Yolujá aún evoca o representa a la persona que fue en vida. La permanencia en esta condición en este tiempo le otorga la condición de un ser que se ha alejado, que se convierte en otro, distinto, ajeno a los hombres.

Algunos autores hablan de una tercera muerte, traducida en la pérdida del recuerdo.   Sucede que con el paso del tiempo, sobreviene el olvido por parte  no solo de los parientes, sino además, de todos sus allegados aconteciendo así una pérdida irreversible e irremediable de la personalización que ese hombre tuvo durante su vida. Traduciéndose este alejamiento en el olvido por parte del grupo al que perteneció, hay un distanciamiento de ese muerto y con su comunidad, elevándose también su capacidad de ocasionarles daño. Mientras hay proximidad hay solidaridad, pero en la medida en que se transforma en un ser ajeno, extraño y olvidado  se transforma en los "otros" y como mencionamos antes pueden ser considerados Yolujá o Wanülü.     Mientras mas tiempo pasa mayor es su capacidad de hacer daño


           Refiere Segovia, Jorge Luis me decía en la cárcel: "El Yolujá espíritu de gente mala, de gente antigua que ha matan gente, son gente de esos jodías que andan matando gente, después que es Yolujá va creciendo la deuda que debe”,

           El objetivo de estos seres es la destrucción del Wayuu, ya que de esta manera ellos se reafirman en su poder, la destrucción puede ser por  enfermedad, causándole la muerte o influyendo sobre ellos de manera malsana para que ocurra el fin último, el crimen  de un hermano contra el otro.

         Seres carnívoros

         Los Yolujá y Wanülü  son seres del mal, identificados como grandes devoradores, como grandes carnívoros, ellos los mencionan como seres que matan y comen gente. Segovia (1998)

"Una apertura excesiva de los hombres por arriba (vía oral) conduce al canibalismo (subvaloración de las relaciones de parentesco y/o alianza);                (…) establezcamos que un cuerpo sin orificios connota la naturaleza;un cuerpo con orificios y su uso correcto, la cultura; y un cuerpo voluntariamente o forzosamente "obturado" o "perforado" el rompimiento o la negación de la alianza o parentesco"   Magaña   (I 985:27).

Tanto para los Kaliña, como para el Wayuu todo extraño es un caníbal por extraño; 

“Todos los seres, incluso el resto de los hombres comprendidos como seres de otro ámbito cosmológico, están concebidos y mirados como los seres híper-abiertos de la historia primigenia que describen en sus mitos. Como los hombres tigres, los Yolujá y Wanülü matan a sus víctimas como presas de caza. La caza está explícitamente  asociada a la guerra y a conflictos que conllevan a rompimientos de alianzas y a hostilidades”         Lévi-Strauss, 1968

Cuando un Wanülü o de los seres del mal ocasionan la muerte del Wayuu por enfermedad está logrando su destrucción y cumpliendo su condición de carnívoro, si lo hace a través del crimen también esta logrando su destrucción y cumpliendo con su principio de ser voraz y destructor, pero esta vez manipulando su alma. El crimen puede manejarse mejor desde una concepción del Mal comprendido desde la noción de desorden.

            Según Segovia para los Wayuu  “el mal es como un manto que cubre el cuerpo, el alma", "el mal filtra el cuerpo y toma el alma", "los espíritus del mal que están sobre él"

           Comentaba la señora Olga "El mal está en todo el cuerpo, en el espíritu de nosotros, ahí en toda el alma" Continúa diciendo que ellos consideran que son los espíritus del mal quienes inducen a la persona a cometer el crimen, ellos vulneran al hombre débil  y éste atenta contra su hermano, matándolo, luego el espíritu del muerto ataca al espíritu del agresor hasta lograr que enferme y muera. Para protegerse usan un amuleto llamado a'lanía que hace que el mal se aleje por completo de ellos. También los familiares del agresor realizan el Rito del Encierro, buscando alejar a las fuerzas del mal con el propósito de alejarlo y protegerlo de los espíritus del mal.




Eudón  desde la cárcel (por haber matado a otro) me dijo:

“Aquel murió, por qué?, porque el Yolujá lo entregó a la muerte, ése fue inducido a la par y aquél fue quien lo recibió, los espíritus del Yolujá de aquel lado, uno solo como sea, fue el que hizo el problema para que surgiera el acontecimiento. Está rodeado del enemigo, Yolujá, así como a uno lo entrega el mal a la muerte, así, como cuando uno comete el hecho, pero es ordenado por el Yolujá, es decir por este espíritu, es ordenado, es decir el problema no surge solo, el problema ordenado por un Yolujá, entonces pa' evitar eso, entonces uno tiene que estar siempre guardado con el amuleto y con la a'lanía  porque no deja que las cosas sucedan como, es decir no presta para que nosotros seamos utilizados por el Yolujá, que sería el mal, entonces a uno le sacan todo eso y lo alejan el mal con que lo hizo, porque quien hizo que nosotros hiciéramos el mal' lo mandan a alejar pa' completo lejos".

             A través de esta revisión nos hemos podido dar cuenta como los Wayuu aún hoy en día mantienen vivas sus costumbres y rituales, creyendo en sus mitos y pasando esos conocimientos de generación en generación, es un grupo tan cerrado que cabe recordar lo que de ellos dice Lévi-Strauss, 1968 “para el Wayuu todo extraño es un caníbal por extraño”. Y como mencionaba al principio, ellos se desplazan por la ciudad de Maracaibo y sus alrededores, llegando a estar extendidos hasta Colombia, pero mantienen su espíritu gregario y no se dejan penetrar por costumbres ni modalidades extrañas a ellos. Son hermosos y son nuestros, aunque resulten completamente desconocidos para muchos, ellos lo prefieren así.  ¡Son Wayuu!


 Revisión Bibliográfica

Auge, Marc (1992). Los no lugares, espacios de anonimato. Una antropología de la  sobremodernidad. Gedisa Editorial. Barcelona.

Auge M. (1996). El sentido de los otros: Actualidad de la antropología. Editores: Barcelona: Paidós Ibérica.

Levi-Strauss, Claude (1968). Mitológicas 1: Lo crudo y lo cocido, F.C.E., México.

 Segovia, Yanet  (1998). Crimen y Otredad en la sociedad Wayuu – Interpretación a partir del  significado  mítico del “Mal” Boletín Antropológico Nº 44 septiembre – diciembre, 1998. Centro de investigaciones Etnológicas – Museo Arqueológico: Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela. 


























FAMILIA CARIBE

file:///C:/Users/Administrator/Documents/COLOMBIA%20PAIS%20MARAVILLOSO.htm

FAMILIA CARIBE
Buscaron para vivir las tierras bajas y calientes como las costas y los valles de los ríos Magdalena, Cauca, Atrato y Sinú. Esta familia fue muy numerosa, se agrupó en territorios independientes. No se unificaron en un estado sino que se disgregaron en agrupaciones menores, de diferente organización social, distinta religión y costumbres propias para cada una.
Los pueblos más importantes de la familia Caribe fueron: Los Muzos que habitaron la región comprendida entre los ríos Magdalena, Sogamoso, Ermitaño y suárez; los Panches que se establecieron entre los ríos Negro, Guarinó, Coello y Fusagasugá; los Pijaos, vivieron en la zona comprendida entre los actuales departamentos del Tolima y Caldas, los Quimbayas que se concentraron en el departamento del Quindío y los Motilones cuyos descendientes aún viven en la hoya del río Catatumbo. Los Quimbayas fue la tribu más representativa de la familia caribe que logró radicarse en un solo sitio a diferencia de los demás caribes que eran nómadas; los Quimbayas consiguieron grandes adelantos en el arte de la cerámica y de la orfebrería. Parte de la orfebrería Quimbaya puede admirarse en el Museo del Oro del Banco de la República, en Bogotá.
1.    Características Físicas       

Su cuerpo era de mayor tamaño que el de los chibchas, eran corpulentos, musculosos y de nariz curva o aguileña. Su rostro tenía facciones más finas. Algunas tribus acostumbraban deformarse el cráneo, las orejas, los brazos y los pies. Usaban como vestido guayucos y otros vivían casi desnudos. Las mujeres vestían túnicas. Tenían como costumbre pintarse el cuerpo y la cara con tinta que extraían de las plantas; se adornaban con narigueras, zarcillos y collares. 
2.    Actividades

Su vida a la orilla del mar y de las cuencas hidrográficas los hizo navegantes expertos, pescadores, cazadores y guerreros. La principal actividad de los caribes fue la guerra. Eran valerosos y opusieron resistencia al dominio español. Cultivaban el algodón, el ñame, la yuca, el maíz y las frutas.
3.    Industria

La orfebrería Caribe logró alto grado de perfección en acabado y originalidad, hasta el punto de asegurarse que ninguna tribu le aventajó. Grupos de su familia como los Quimbayas, los Pijaos, los Panches, los Sinúes y los Muzos, fueron artistas consumados en esta rama. La alfarería fue también bellísima y las piezas que hoy se conservan constituyen tesoro de museos y de coleccionistas. La preparación de venenos ocupó entre ellos el primer lugar. Sus flechas resultaban fatales no solo por la punzada sino por el curare en que iban untadas. El curare lo obtenían de yerbas tóxicas y de animales ponzoñosos. Otro fue el veneno de la rana, preparado con las glándulas de cierta especie de estos batracios. Quien era alcanzado por tales sustancias sufría dolores terribles, convulsiones, asfixia, paros cardíacos y paralización del sistema nervioso. 
  
4.    La guerra    

Usaban como armas flechas incendiarias y otras envenenadas con curare; también empleaban la pica y el hacha. Asistían a la guerra adornados con penachos de plumas. Sus costumbres eran feroces. Practicaron la antropofagia y reducían las cabezas de los enemigos muertos, sin que perdieran sus facciones naturales, como es común entre los Jíbaros del Ecuador. Lucían collares de dientes humanos y celebraban banquetes con prisioneros engordados en jaulas. La ofrenda preferida para sus dioses era el corazón sangrante de sus adversarios.
5.    El vestido   

No ponían cuidado especial al vestido. Solían andar desnudos y cuando más, los hombres se cubrían con un guayuco o taparrabo y las mujeres con una pequeña falda de algodón y a veces con una manta.
Se pintaban el cuerpo caprichosamente y lucían finos adornos.
6.    Comercio

Los caribes tuvieron alto grado de desarrollo comercial. Se trasportaban por el mar y los ríos en canoas y piraguas. Negociaban perlas, caracoles, esmeraldas, tabaco y algodón por mantas, plumas y alimentos. Algunas tribus caribes trabajaban muy bien el oro y el barro. 
7.    Religión

Adoraban al Sol y la Luna, las estrellas y las piedras; veneraban a los muertos. Los mohanes, brujos o médicos eran los encargados de hacer las ceremonias. La religión no les imponía frenos como a los Chibchas y de allí sin duda su libertinaje y despreocupación por la moral.